LA PROMESA | Así se celebraba Halloween en 1913


Buenas, Promisers y Clippers, hoy nos encontramos en el medio escrito para hablar de cómo sería la fiesta que hoy celebramos, Halloween, en la época de La Promesa. Soy Juan y antes de empezar quiero dar las gracias a nuestra querida Flarrow por invitarme a su blog a contar todas las frikadas de Historia que siempre trato de enlazar con nuestra serie favorita.

Pero… ¿Cuál es el origen de Halloween? Su antecesor, el Samhain, una festividad con raíces paganas celtas, se documenta ya en el siglo IX y está asociado con la mitología irlandesa, aunque en el norte de España, sobre todo en Galicia, también se celebraba. Se caracterizaba por grandes reuniones, la apertura de antiguos túmulos funerarios y la llevada a cabo de rituales alrededor de hogueras. Samhain marcaba la transición entre el mundo mortal y el Otro Mundo, permitiendo a los espíritus entrar más en nuestro plano. Se les realizaban ofrendas para sobrevivir al invierno. Además, se creía que las almas de los muertos visitaban sus hogares en busca de hospitalidad y se practicaban el mumming y el guising, donde las personas se disfrazaban y visitaban casas recitando versos a cambio de comida. La adivinación, con nueces y manzanas, era una parte importante de la festividad.

Si te interesa saber más sobre los orígenes de la festividad de Halloween, te animo a que visites ESTE post, donde conocerás la historia al completo, además de encontrar fotografías reales, como la que comparto debajo de estas líneas.

Créditos: hipertextual

Este vendría a ser el origen del Halloween que celebramos hoy día, donde nos disfrazamos y vamos por las calles pidiendo dulces, pero, entre medias, la costumbre y la tradición llegaron a América de la mano de muchos migrantes. ¿Y qué hicieron los americanos? Moldearla a su antojo. Por eso, en 1913, en la época de La Promesa, ya se hacían fiestas de Halloween muy similares a las actuales.

Las revistas de moda como el Harper's Bazaar que leen Cruz y Jimena hablaban de fiestas para jóvenes "en las que dejar que los espíritus condujesen sus corazones hacia sus amados", siempre en un clima de frívola diversión y "jugando a los retos del destino", pero ¿qué quiere decir toda esta palabrería?.

Hoy Halloween es sobre miedo, sustos y todo lo extremo. Pero, en el ideal victoriano de 1900, la fiesta era más imaginativa y fantasiosa, centrada en la naturaleza y en los tiempos de cosecha que acompañaban. Esto se ve desde el momento en el que las damas de la alta sociedad tienen que buscar las decoraciones en la naturaleza, ya que no se producían o vendían adornos.

Una publicación de Vogue de 1912 reza: "las invitaciones deben ser tan misteriosas como sea posible. Todo el mundo adora los enigmas y una fiesta de Halloween, envuelta en ellos desde el principio, será un éxito absoluto". Y aunque las invitaciones con motivos vegetales animados eran la moda, junto a ellas se enviaban hojas de arce, una roja y una amarilla, ambas con el nombre del destinatario. ¿Para qué las hojas? Si leéis mi capítulo de Halloween de La Promesa, veréis que María Fernández y Jana (y después Jimena y su madre) comentan lo curioso de este detalle: si los invitados no podían asistir, respondían devolviendo la hoja amarilla; si sí podían, la roja. En ambos casos, las hojas se empleaban para decorar la casa del anfitrión, que ganaba no solo con sus colores vivos, sino con el detalle de tener presente los nombres de todos los invitados. Y, aunque en mi capítulo de La Promesa la fiesta se celebra en palacio, lo ideal era dar el ágape en un granero si es que era posible.

¿Y qué se hacía en las fiestas? Además de comer y bailar, se hacían muchísimos juegos sobre adivinar el futuro, la buena fortuna y todas esas cosas. Casi siempre, por supuesto, centrados en encontrar el amor o predecir las bodas de los asistentes. Estas fiestas no dejaban de ser una gran oportunidad para que jóvenes de la misma edad (y círculo) coqueteasen e intimasen pese a la presencia de chaperones, aunque las normas de etiqueta en 1913 eran estrictas hasta el punto de encontrar esta frase en un manual: "que ningún hombre te toque la yema de los dedos si no se lo ha ganado; te alegrarás de ello cuando aparezca el indicado".

En una publicación de Harper's Bazaar de 1907 se describe el juego que Jimena organiza en mi capítulo de Halloween: las manzanas casamenteras. Se trata del divertimento más popular de esta fiesta, el cual trataba de que un grupo de jóvenes, maniatados y con los ojos vendados, intentasen morder las manzanas que colgaban desde arriba. El primero en morder una sería el primero en casar.

Otro juego consistía en, también con los ojos vendados, tratar de meter la mano en uno de los tres cuencos que se presentaban a los asistentes. Uno con agua, otro con leche y otro vacío. Si de agua te pringabas, te quedabas como estabas; si la leche te salpicaba, la riqueza te aguardaba; pero si con el vacío dabas, la pobreza acechaba.

Un juego que causaba furor, sobre todo entre las chicas, y que seguro generaba más de un cotilleo era aquel que consistía en echar al fuego muchos granos de maíz, pero no para hacer palomitas y comérselas, no, no, el objetivo era recoger después los granos que no hubiesen explotado: cada uno era un año de soltería hasta la ansiada boda a la que todas las asistentes deberían estar destinadas.

¿Y qué se comía? Pues tal cual se cuenta en mi capítulo de Halloween de La Promesa, el menú era muy, muy americano (o británico, según se mire). La estrella eran los sándwiches: de jamón cocido y mermelada de grosellas; crema de queso, mermelada de guayaba y nueces; pasas con mermelada; y queso neufchâtel con aceitunas y aliño de ensalada. También se hacían sorbetes, que se bebían en manzanas vaciadas y recibían nombres como suero de brujas. Si lo que se servía en esas manzanas era una ensalada, se le llamaba ensalada de elfos. Los picos de toda la vida podían llamarse varitas mágicas y los caldos para entonar el cuerpo algo como potaje hechicero.

En cuanto a los disfraces… Imaginad los clásicos: fantasmas, brujas, elfos, princesas, simios… Pero inspirados por la moda de principios del siglo XX. Igual que hoy encontramos inspiración en películas o series, entonces se documentaban con retratos familiares (como vemos en la película Rebecca, de 1940, por ejemplo) o ilustraciones en libros o revistas. Las máscaras, por supuesto, eran obligadas para contribuir al misterio y el misticismo.

Pero, si de verdad queréis conocer cómo podría ser una fiesta de Halloween en La Promesa (a falta de ver cuál es la temática de la fiesta de disfraces que está organizando Cruz), me despido dejando el enlace al capítulo de Halloween que escribí como prueba para mi máster. ¡Os encantará! Y descuidad: no os asustará tanto como a Cruz.

La Promesa | Guión episodio Halloween

Muchas gracias por leerme y nos vemos cada día en mi canal. Recordad seguir dándole amor a Flarrow & More también, porque sin ella esto no sería lo mismo. ℍ𝔸ℙℙ𝕐 ℍ𝔸𝕃𝕃𝕆𝕎𝔼𝔼ℕ!

 JCienfuegos 

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