¿Qué decir de Cuéntame cómo pasó que no se haya dicho ya? Veintidós años en antena. Muchísimos capítulos (y más que podría tener). Y unos personajes tan reales que todos reconocemos en ellos a nuestra familia, nuestro pasado… Incluso nuestra casa. Y, por encima de todo, Cuéntame es la serie que ha logrado lo que no volverá a lograrse: acompañarnos más de dos décadas y coronarse como la historia viva de nuestra televisión. Porque antes que Boyhood, fue Cuéntame.
Contiene Spoilers |
Metiéndome en harina del tirón, comienzo diciendo que, por motivos obvios de edad, yo no viví ninguno de los acontecimientos históricos plasmados en la serie. Ni lo de Carrero Blanco ni el 11-S, premisa del último episodio. Empiezo por aquí porque no sabéiscó mo me ha impactado verlo en esta serie. Recreado en la ficción sí que lo he atestiguado muchísimas veces, pero en Cuéntame… En Cuéntame el guion, la actuación y el montaje se han unido para hacernos sentir a los jóvenes lo que debieron sentir nuestros padres o abuelos ese día, viéndolo todo desde la distancia que da estar en España, pero con el corazón en un puño por lo que pudiera pasar. Pero ¿por qué? ¿Por qué Cuéntame consigue removerte así por dentro? ¿Por qué apela de esa forma a tus sentimientos, a las tripas?. Porque uno ve a Herminia y no piensa en Herminia, piensa en su abuela; uno ve a Mercedes y piensa en su madre (o en su abuela también, como es mi caso); e igual pasa con Antonio Alcántara. Así, uno ve a los suyos frente a esas situaciones y la empatía es inevitable. Los pelos de punta, viendo las torres caerse desde la televisión de los Alcántara en Sagrillas. Los pelos de punta.
Una cosa que escucho mucho como guionista y que me repiten durante mi formación es que las películas y series son la vida sin los momentos cotidianos. Los momentos aburridos. Pero ahí está Cuéntame, que coge esos momentos y los dramatiza con la verdad por delante, con corazón, y hace de ellos esta saga en la que cabemos todos. Porque ¿cuántos no nos hemos visto en la tesitura de Carlitos? En el extranjero, oyendo la petición de nuestra abuela para que volvamos a verla… Solo para que esta pueda morirse tranquila. A mí me pasó y no soy el único. Esa última escena destila tanta sensibilidad, que el guion debió escribirse en seda. Porque hasta el canto de las cigarras o el mecido del campo jugaban a favor de la despedida de Herminia.
Eso es lo que hace Cuéntame: convertir pequeños momentos en lo más grande. Desde el beso robado de Santi y Melero en un portal a la última discusión de Oriol y Mike. Desde la discusión entre los cuatro hermanos Alcántara Fernández y consortes hasta el camión publicitario de las fiestas acompañando los momentos más inoportunos. Porque así es la vida: ridícula por más drama que estemos pasando. Y es por esa honestidad con la que Cuéntame te cuenta las cosas, por esa sinceridad desde la que su guion e interpretación aborda esos pequeños momentos, que la historia de una familia media del Madrid de extrarradio se ha vuelto épica y universal.
Una historia que, además de mucho sentimiento, provoca el diálogo intergeneracional. ¿Qué creéis que hice yo tras el episodio de Miguel Ángel Blanco? Correr a preguntar a los mayores, entre comillas, cómo habían vivido un momento que a mí me parecía impensable. ¿Tras ver el 11-S? Lo mismo. Y para que veáis el nivel de detalle: todo el mundo recordaba lo que estaba comiendo al ver la noticia. Todo el mundo comía macarrones. ¿Y los Alcántara? Macarrones también.
Una historia que en los últimos años a los jóvenes nos ha dado todo un plantel de personajes con los que sentirnos identificados y con los que situarnos en esa época. Los nietos. O bisnietos más bien. Oriol, Santi, Diana y allegados de trama como Melero. Personajes, vivos por la palabra de los escritores y las interpretaciones de Álvaro Díaz, Asier Valdestilla, Teresa Pérez y Jordi Garrera, que apelan a la realidad de mi generación y cuyas historias he vivido como si fuesen mías. Porque uno ve los escenones que Oriol (Álvaro Díaz) se ha marcado con Mike (William Miller) y revive todas las historias de padrastros que conocemos; porque uno ve la evolución de Santi (Asier Valdestilla), su salida del armario y cómo enmienda la plana a Toni y no solo siente la fuerza de esa generación del colectivo que tuvo que hacerse su lugar sin referentes ni conciencia, sino que revive las historias de aceptación o de amores tóxicos que los jóvenes vivimos o consumimos. Porque vemos a Diana (Teresa Pérez) y la queremos acompañar en esa historia de salir al mundo y escapar de la sobreprotección, y con su interpretación volvemos a tantas protagonistas de tantas historias que ansiaban tener su propia voz. Diana, la Mujercitas de Cuéntame. O porque vemos a Melero (Jordi Garreta) y, además de acojonarnos por la interpretación que el actor hace del personaje, volvemos a esas historias de personaje, intimistas, en las que la tormenta y el drama internos desembocan que una actuación visceral que convierte a los personajes en bombas.
Hasta mañana podría estar hablando de este final. Veintidós años podría estar hablando de sus personajes, historias y actores. Podría hablar de cómo Ana Arias puede comerse una escena entera, aunque aparezca un momento. Podría hablar de la fuerza tan sensible con la que Carmen Climent entrega sus parlamentos. Podría hablar de la química tan buena que hay entre ella y Carlos Serrano-Clark, ese cuñado prudente que no quiere meter la pata con la familia política. Podría hablar de lo que he vivido el personaje de Débora, interpretado por Paloma Bloyd, que me ha tenido las últimas semanas repitiendo un “soy yo, literal”, cada vez que aparecía en los Alcántara moments necesitando un trago. Podría hablar largo y tendido, muy largo y tendido, de que Inés, la eterna duda, la desplazada por los tiempos y el machismo, la que tuvo que hacerse más dura que el resto y luego pagar por ello, es mi madre. Creo que no se oye tanto eso, pero sí: la historia de Inés (Irene Visedo) es la de mi madre.
O podría hablar de esos momentos finales. De esos cuatro hermanos unidos, queriéndose con locura pese a sus diferencias, abrazados en mitad de las fiestas del pueblo. ¿Quién no ha sido testigo de esa estampa? ¿Quién no ha visto a unos hermanos pelear pese a quererse lo máximo posible y tener siempre presente que no dejan de ser familia?.
El final… Un final que reafirma que Cuéntame es la vida misma, porque nos da un cierre, pero, aunque ya no los veamos, los Alcántara seguirán con sus Alcántara moments. Porque, como su patriarca, son infinitos.
Igual que infinita será la gran escena: el reencuentro de los tres amigos. Carlitos, Josete y Luis, juntos una última vez. Juntos para abrir de cuajo nuestra memoria y nuestros sentimientos cuando van a buscar el camión. No los acompañamos hasta el descampado ni vemos el camión. No. Porque ninguna imagen será más poderosa que lo que Ricardo Gómez, Santi Crespo y Manu Dios te provocan en ese cierre: para cuando quieres darte cuenta, tú ya estás en tu propio camión. En tu propio descampado. Sintiendo el amor de aquellos padres que dieron todo por ti o el calor del primer beso. Contándote a ti mismo cómo pasó.
Un capítulo: Muerte natural
Un personaje: Ramón
Un sentimiento: tantos como actores
Álvaro Díaz: la inocencia
Asier Valdestilla: la fuerza
Jordi Garreta: el sentimiento
Silvia Espigado: la cercanía
Manolo Cal: la realidad
Carmen Balagué: la vivencia Ana Arias: lo puro
Teresa Pérez: lo frágil
Daniel Arias: el ímpetu
María Bernadeu: la sensibilidad
Carlos Serrano-Clark: la ternura
William Miller: la esperanza
Paloma Bloyd: el todo
Pablo Rivero: la madurez
Irene Visedo: mi madre
Carmen Climent: el corazón
Ana Duato: el cambio
Imanol Arias: el alma
María Galiana: la vida
Elena Rivera: la voz
Manu Dios: la palabra
Santi Crespo: la honestidad
Ricardo Gómez: la historia
Cuéntame: historia de nuestra televisión. Para siempre.
Quiero dedicar esta crítica a un guionista, un referente, que nos ha dejado hoy. Eduardo Ladrón de Guevara, guionista que escribió la biblia y piloto de esta serie, a la que ha acompañado durante veintidós años. Hasta hoy. DEP¡Esto sería todo! Si has llegado hasta aquí, lo primero quiero darte las gracias por leerme, y lo segundo, me encantaría saber qué opinas, ¿estás de acuerdo con lo que comento?. Anímate a dejar tus opiniones en la parte de abajo de comentarios.
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